viernes, 5 de agosto de 2016

LA ARROGANTE HUMILDAD

Sentada en un banco del Espolón pienso en que siempre se ha sobrevalorado la humildad. 
La humildad es sólo un intento por parecer bueno y altruista. 

El que presume de humildad por sus actos bondadosos, en el fondo, quiere un reconocimiento. ¿Qué tiene de malo ser fanfarrón? Eres lo que eres y debes ser feliz siéndolo.

No se puede ser humilde y pensar que harás grandes cosas. Los que se atreven a hacer grandes cosas es porque saben que son grandes. Si te propones conquistar imposibles no puedes pensar en humildad, tienes que pensar en grandeza. La humildad te hace verte más pequeño de lo que eres, la arrogancia te hace verte más grande, y por tanto aspirar a metas más altas.

Prefiero mil veces la arrogancia. Creo que el humilde tiene miedo del rechazo, de que piensen que es un arrogante. Prefiere ser humildes para no ser criticado. Al humilde todo el mundo lo alaba, al arrogante todo el mundo lo envidia.  Me atrevo a decir que la inmensa mayoría de las personas humildes en el fondo se creen grandes por serlo

La humildad cuando es un acto consciente es hipócrita, falso. A mí dame a un arrogante sincero antes que a un humilde hipócrita.
Cada vez que haces un favor, no te mientas, sabes que esperas un “¡gracias!”


Lo contrario a lo humilde no es considerarse superior a los demás, es tener claro que en algunas cosas sí lo eres. ¿Qué tiene eso de malo? Si lo eres, lo eres.

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