Sentada en un banco del Espolón pienso en que siempre se ha
sobrevalorado la humildad.
La
humildad es sólo un intento por parecer bueno y altruista.
El que presume de humildad
por sus actos bondadosos, en el fondo, quiere un reconocimiento. ¿Qué tiene
de malo ser fanfarrón? Eres
lo que eres y debes ser feliz siéndolo.
No
se puede ser humilde y pensar que harás grandes cosas. Los que se atreven a
hacer grandes cosas es porque saben que son grandes. Si te propones conquistar imposibles no
puedes pensar en humildad, tienes que pensar en grandeza. La humildad te hace
verte más pequeño de lo que eres, la arrogancia te hace verte más grande, y por
tanto aspirar a metas más altas.
Prefiero
mil veces la arrogancia. Creo que el humilde tiene miedo del rechazo, de que
piensen que es un arrogante. Prefiere ser humildes para no ser criticado. Al
humilde todo el mundo lo alaba, al arrogante todo el mundo lo envidia. Me atrevo a decir que la inmensa mayoría de
las personas humildes en el fondo se creen grandes por serlo
La
humildad cuando es un acto consciente es hipócrita, falso. A mí dame a un
arrogante sincero antes que a un humilde hipócrita.
Cada
vez que haces un favor, no te mientas, sabes que esperas un “¡gracias!”
Lo
contrario a lo humilde no es considerarse superior a los demás, es tener claro
que en algunas cosas sí lo eres. ¿Qué tiene eso de malo? Si lo eres, lo eres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario