jueves, 11 de agosto de 2016

EL EVANGELIZADOR NO EXISTE, SON LOS PADRES

Sentada en un banco del Espolón me doy cuenta de que el evangelizador no existe. 
Por tanto tampoco esa nueva moda de la “nueva evangelización”. 
Debería llamarse más bien  “nueva estrategia para captar”. Cuando se dice que se evangeliza en realidad se hace proselitismo.
El interés del proselitista está sólo en la eficacia de las estrategias. Las estrategias a seguir para aumentar el éxito de su causa.

La definición de proselitismo según la R.A.E. es: ”Empeño o afán con que una persona o una institución tratan de convencer y ganar seguidores o partidarios para una causa o una doctrina.”

Hacer proselitismo es hacer todo lo posible para que las demás personas piensen igual que tú.

Cuando alguien sale a la calle e intenta convencer a otras personas de que crean en lo que él cree, que experimenten lo que él experimenta, que vivan como él vive, no está ofreciendo una nueva vida, sino que está imponiendo y dando a entender que la forma en la que vive esa persona no es la adecuada. Es un proselitista.

Al proselitista le interesan más los números, la cantidad. Yo misma escuché decir a un sacerdote que ese día estaba contento porque no se veía nada de madera, en clara referencia a los bancos vacíos de la iglesia. Y cuando mis hijos en una conversación con otro sacerdote le preguntaron si prefería que hubiera menos feligreses pero convencidos o más feligreses pero calentando el banco, se inclinó claramente por la segunda opción.

El proselitista no tiene reparo en manipular los sentimientos o en ocultar información, si cree que eso lo permitirá que la gente se adhiera más a su causa.


Así que está claro: el evangelizador no existe. Es un “cuento chino” que se ha contado desde arriba para que los de abajo hagan de “agentes comerciales” y crezca la empresa.


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