Sentada en un banco del Espolón me doy cuenta de que desde
hace muchos años yo siempre había pensado, o me hicieron pensar, que para
conseguir lo que quería o para que algo ocurriera bastaba con confiar en que
Dios lo haría por mí. Es más, el intentar “buscarme la vida” para conseguir
algo era poco menos que desconfiar de Dios.
Yo soy madre y te aseguro que nunca les he dado a mis hijos
las cosas masticadas. No porque no les quiera. Todo lo contrario. Como les
quiero, quiero que ellos sean capaces y libres de tomar sus propias decisiones.
De esforzarse para conseguir lo que quieren.
Sentarse a esperar a que lo que quieres te caiga del cielo
es un gran error. Lo que sí que conseguirás será no madurar nunca, no tener una
visión real de la vida.
Puede parecer lo más fácil. Al fin y al cabo es decir: ¡el
Señor proveerá! , y sentarse a esperar. Pero es que a lo mejor lo que Dios
provee es que te saques tú las castañas del fuego. Que te esfuerces, que seas
valiente y te vayas creando tu propio camino en la vida. No que camines por un
camino que Dios supuestamente te ha trazado para que no tengas ni que usar el
cerebro. Quizá eso sea lo que de verdad les interesa a los que así nos han
aleccionado.
Yo, desde luego, no me voy a quedar esperando a que todo me
venga dado. Si quiero algo voy a ir a por ello y voy a hacer que pase.
¿Quieres algo? Entonces ve y haz que pase, porque lo único
que cae del cielo es la lluvia